"Y sin duda nuestro tiempo... prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser... lo que es 'sagrado' para él no es sino la ilusión, pero lo que es profano es la verdad. Mejor aún: lo sagrado aumenta a sus ojos a medida que disminuye la verdad y crece la ilusión, hasta el punto de que el colmo de la ilusión es también para él el colmo de lo sagrado."


La Sociedad del Espectáculo - Guy Debord (1967)



MAMONES

El Mamón (no lo escribiré más con mayúscula pues no lo merece), es un espécimen único y que despierta en mí una suerte de desasosiego. Es un ser que no ha logrado hacerse cargo integralmente de si mismo, aun habiendo pasado la pubertad y generalmente bastante más allá de los treinta años. El mamón, no nace así: él ha sido laboriosamente tallado por sus padres desde su más tierna infancia. Pasaré  explicar mi teoría sobre la génesis de estos curiosos, pero no por ello menos numerosos.  personajes.

Debido a que personalmente caí, como muchos, presa de los cantos de sirena de un sistema vacacional  de tiempo compartido en Florida, he pasado varios veranos asoleándome en piscinas gringas. Así me ha llamado la atención la manera radicalmente diferente de crianza que tenemos con aquella del “hombre blanco”. Observo a los gringuitos chicos, moverse libremente en el agua, bajo una mirada vigilante pero no obsesiva de sus padres y así los primeros disfrutan solos, con sus amiguitos o con los mismos padres, pero jamás he escuchado ese grito histérico de sus pares chilensis: “¡Mamá, mamá, mira puh mamá…!”. Es como que nuestros niños no pudiesen divertirse sin la mirada aprobadora de sus progenitores, pareciendo que si la atención de este no está sobre el y sus piruetas, estas valdrán menos y así la entretención no tendrá sentido. Cuando veo esto me digo: “aquí está la semilla de un futuro mamón”. De esta manera el pequeño tirano, va creciendo pero esperando frecuentemente la aprobación de los padres ya que sin ella pareciera que el logro no es tal, que su valor está disminuido, que su personalidad está fracturada.

Con motivo de la reciente venida de Roger Waters, me llamó la atención la letra del tema Mother, que se ajusta, en mi opinión, 100% a la relación madre-mamón:

Mamón:
Mother do you think they'll drop the bomb?
Mother do you think they'll like this song?
Mother do you think they'll try to break my balls?
Oooh, ahh
Mother should I build the wall?
Mother should I run for President?
Mother should I trust the government?
Mother will they put me in the firing line?
Oooh ahh,
Mother, am I really dyng?

Progenitora del mamón:
Hush now baby, baby, don't you cry.
Mama's gonna make all your nightmares come true.
Mama's gonna put all her fears into you.
Mama's gonna keep you right here under her wing.
She won't let you fly, but she might let you sing.
Mama's gonna keep baby cozy and warm.
Ooooh baby, ooooh baby, oooooh baby,
Of course mama's gonna help build the wall.

Mamón:
Mother do you think she's good enough, for me?
Mother do you think she's dangerous, to me?
Mother will she tear your little boy apart?
Ooooh Ma,
Mother will she break my heart?

Madre generadora de mamones.
Hush now baby, baby don't you cry.
Mama's gonna check out all your girlfriends for you.
Mama won't let anyone dirty get through.
Mama's gonna wait up until you get in.
Mama will always find out where you've been.
Mama's gonna keep baby healthy and clean.
Ooooh baby, oooh baby, oooh baby,
You'll always be baby to me.

Mamón, en alarido final…
Mother, did it need to be so high?

¡Que letra más dura…y cierta!. Que significativa esa parte que dice “Mamá va a hacer que todas tus pesadillas se hagan realidad”, “Mamá pondrá todos sus miedos dentro de tí” o “Por supuesto que mamá ayudará a construir tu muro”.  Genio Waters, genio.

¿Puede así un mamón, independizarse y asumir por si mismo sus éxitos y sus fracasos?. Difícil, muy difícil; va a estar echando permanentente de menos aquella “leche templada” de la cual Serrat habla en “Esos Locos Bajitos” (…vamos transmitiéndoles nuestra frustraciones, el la lecha templada y en cada canción…). Así encontraremos al mamón, viviendo junto a los padres, cuando todos sus amigos se han ya independizado o llamando a sus progenitores ante el más mínimo viento que sople en sus atemorizadas vidas.  ¿No es triste?.

Mamón, liberate. Madre libéralo.   




 

¿Qué producto eres?

Chocante pregunta, en especial para los que la asociamos al pensamiento neoliberal. Da asco, repulsa, en fin pareciera que nos aleja de nuestra esencia y nos transforma en una cosa que hasta pudiese transarse en el mercado. He hablado al respecto con varios amigos ya que soy un convencido que, si bien no somos lo que en economía se conoce como un producto, los demás nos distinguen por los atributos que tenemos y por cuanto estos les hacen sentido o les llegan; así se los enseño a mis alumnos de la carrera de ingeniería en la Universidad de Chile.  ¿Qué me hace diferente? o ¿en qué dominios radica mi atractivo?. Pocas veces nos hacemos esa pregunta y vamos por la vida sin saber porqué alguien, un amigo, un amor, un cliente, decide darnos un instante de su tiempo, (ese tan valorado y malgastado intangible llamado tiempo), teniendo alternativas probablemente  mejores. Tengo amigos que postulan, “es que la gente parece no quererme, no apreciarme” y les planteo “¿y porqué habían de hacerlo?”. La respuesta generalmente es, “es que yo soy una buena persona”; lamentablemente pareciera que el mundo está lleno de buenas personas, sosas, aburridas, que como un sol de invierno, no calientan a nadie.

Conozco mucha gente que se aísla, rumiando su dolor de no ser comprendido, que asiste a costosas terapias, conoce a cuanto tarotista, astrólogo o chamán existe y…finalmente siguen solos y ahora sin plata. Pero la pregunta les fastidia, ¡no soy ni seré un objeto!, ¡jamás me forzaré a ser simpático para que me quieran!. No se trata de transformarse en rana si nacimos conejos, les digo. Se trata más bien de ser los mejores conejos, los más tiernos, saltadores o rápidos o la mejor y más cantora de las ranas. Vamos por la vida tratando de aparentar ser más jóvenes, más hermosos y hasta más inteligentes, sin embargo seguimos igual solos, el mundo hoy está saturado de siliconas, músculos repletos de esteroides y papagallos que recitan de memoria el libro de moda que no entendieron. El secreto creo, no va por ahí, va más por identificar nuestra particulares ventajas competitivas (hasta el más desvalido de los humanos las posee) y optimizarlas. Nos enredamos mucho más en superar nuestros defectos (lo que con los años, es cada vez más difícil), que en mejorar aquello en lo que somos particularmente buenos. No falta quien diga…”es que yo no tengo ni una sola gracia” sin advertir que en esa misma afirmación yace el origen de sus limitaciones: nuestras ventajas comparativas no las hemos obtenido por “gracia” sino como un particular esfuerzo por mejorar y mantenernos en el top de tal mejora. Podrá decir “es que ella nació hermosa” y así su vida ha sido un éxito, sin embargo cuantas bellezas hay que son la lata misma estar con ellas, cuantos de esos guapos que las mujeres ven y les tirita el colaless, una vez que abren la boca, advierten que son dramáticamente estúpidos ya que cual Adonis, se han quedado extasiados en su ondulante reflejo en el agua. Así, se trata de mirarnos y advertir nuestras ventajas, las tenemos y muchas veces las despreciamos opacándolas en la búsqueda de lo que la uniformidad de la moda o “lo que se lleva” nos manda. Esto ultimo si que es patético, tratar de diferenciarnos buscando vestirnos, hablar y asistir a los lugares que la masa concurre o sigue. Vivimos una época tan llena de estúpida vanidad, de vacuidad infinita, de ceguera como opción a mirarnos, que da vuelta el estómago. Así, encontremos que hay en nuestro ser, que nos hace diferentes, atractivos, irreemplazables. 

Si esto se parece a la Coca Cola, quizás…


CIUDADANISMO


Esta es la intervención de Manuel Delgado, antropólogo y académico U.  de Barcelona ante miles de jóvenes del movimiento del 15M en Plaza Catalunya. El autor es un activista político e intelectual de la  izquierda socialista libertaria. Es desde hace años un referente de los movimientos alternativistas y anti-globalización en España y Latinoamérica (al nivel de Antonio Negri, García Linera, Marilena Chaui y Joseph Stiglitz). Este texto hoy es ampliamente debatido en la red, en universidades y organizaciones democráticas de izquierda. Su contenido es polémico, ya que el autor es mundialmente reconocido como un crítico tanto del neoliberalismo global, como de las teorías de las vanguardias y de los partidos tradicionales de las izquierdas
europeas. Creo que es un aporte a un debate politico estratégico serio.

15-M: EL PELIGRO DEL CIUDADANISMO


Todo el mundo parece interesado en esclarecer qué tipo de fenómeno se está produciendo estos días en las ciudades españolas, en plazas como estas, en las que personas como nosotros expresamos nuestro descontento ante la situación que padecemos. Me gustaría profundamente
decir y creer que estamos ante un movimiento cuya característica principal, y la fuente de la inquietud que parece generar, tiene que ver con la dificultad a la hora de someterlo a una
tipificación clara; resultado de su renuncia a los principios de identidad e identificación propios de un sistema que exige que sus interlocutors se presenten siempre como instancias orgánicas
inconfundibles con las que se es posible negociar. Un poco, si se me permite, a la manera de
aquella canción de La Polla Records que seguro que muchos conocéis:
“¡No somos nada! / ¡No somos nada! / Quieres identificarnos, tienes un problema”. Pero eso es lo que me gustaría pensar y decir, pero no estoy seguro de poder hacerlo sin sentir que estoy
haciéndoos una concesión injusta, cuyo objetivo sería sólo el de obtener vuestro aplauso.

En realidad, lo que pienso –y temo– es que esta movilización se pueda homologar como un episodio más de lo que podríamos llamar el movimientismo ciudadanista. El ciudadanismo es la
ideología que ha venido a administrar y a temperar los restos del izquierdismo de clase media, pero también de buena parte de lo que ha sobrevivido del movimiento obrero. El ciudadanismo se concreta en un conjunto de movimientos de reforma ética del capitalismo, que aspiran a aliviar
sus efectos mediante una agudización de los valores democráticos abstractos y un aumento en las competencias estatales que la hagan posible; entendiendo de algún modo que la explotación, la exclusión y el abuso no son factores estructurantes, sino meros accidentes o contingencias de un sistema de dominación al que se cree posible mejorar moralmente. El ciudadanismo no impugna el capitalismo, sino sus “excesos” y su carencia de escrúpulos,

El ciudadanismo suele concretarse en movilizaciones masivas destinadas a denunciar determinadas situaciones consideradas injustas, pero sobre todo inmorales, y lo hace proponiendo estructuras de acción y organización lábiles. Basadas en sentimientos colectivos
mucho más que en ideas, con un énfasis especial en la dimension performativa y con
frecuencia “artística” o festiva. Prescindiendo de cualquier referencia a la clase social como criterio clasificatorio, remite en todo momento a un difusa ecumene de individuos a los que
unen no sus intereses, sino sus juicios morales de condena o aprobación.

Los movimientos sociales ciudadanistas no dejan de ser revitalizaciones del viejo humanismo subjetivista, pero aportan como relativa novedad su predilección por un “circunstancialismo
militante”, ejercido por individuos o colectivos que se reúnen y actúan al servicio de causas muy concretas; en momentos puntuales y en escenarios específicos; renunciando a toda organicidad o estructuración duraderas; a toda adscripción doctrinal clara y a cualquier cosa que se parezca a un proyecto de transformación o emancipación social que vaya más allá de un vitalismo más bien borroso; acuerdo de heterogeneidades inconmensurables que, no obstante, asumen articulaciones cooperativas momentáneas en aras a la consecución de objetivos compartidos.

Esas formas de movilización prefieren modalidades no convencionales y espontáneas de activismo, protagonizadas por individuos conscientes y motivados, pero desafiliados; que viven la ilusión de que han podido escapar por unos momentos de sus raíces estructurales, desvinculados de las instituciones; que renuncian o reniegan de cualquier cosa que se parezca a un encuadramiento organizativo o doctrinal; que proceden y regresan luego a una especie de nada a-estructuda y que se prestan por unos días u horas como elementos primarios de uniones
volátiles, pero potentes, basadas en una mezcla efervescente de emoción, impaciencia y convicción, sin banderas, sin himnos, sin líderes, sin centro, movilizaciones alternativas sin alternativas; que se fundan en principios abstractos de índole esencialmente moral y para
las que la conceptualización de lo colectivo es complicada, cuando no imposible.

No sé si será casual que una de las figuras predilectas para ese individualismo comunitarista o de ese comunitarismo individualista, basado en la sintonía sobrevenida entre sujetos, sea la de
la Red. Entonces uno piensa en las virtudes de internet y las formas de sociabilidad que propicia: paradigma de relación reticular; paraíso donde se ha podido hacer palpable por fin la utopía de una sociedad de individuos desanclados y sin cuerpo; en un universo de instantaneidades; una solidaridad empática basada en el diálogo y el acuerdo sincrónico entre personas individuales con un alto nivel de exigencia ética consigo mismas y con el mundo.

Entre otros efectos, este tipo de concepciones de la acción política al margen de la política se traduce en la institucionalización de la asamblea como instrumento por antonomasia de y para los acuerdos entre individuos que no aceptan ser representados por nada ni por nadie. Esta forma radical de parlamentarismo se conforma como órgano inorgánico cuyos componentes se pasan el tiempo negociando y discutiendo entre sí, pero que tienen graves dificultades con negociar o discutir con cualquier instancia exterior, porque en realidad no tienen nada que ofrecer que no sea su autenticidad comunitaria y que es más intralocutora que interlocutora.

El activismo de este tipo de movimientos se expresa de modo análogo: generación de pequeñas o grandes burbujas de lucidez e impaciencia colectivas, que operan como espasmos en relación y contra determinadas circunstancias consideradas inaceptables; iniciativas de apropiación del espacio público que pueden ser especialmente espectaculares, que ponen el acento en la creatividad y que toman prestados elementos procedentes de la fiesta popular o de la performance artística. Se trata, por tanto, de movilizaciones derivadas de campañas
específicas, para las que pueden establecerse mecanismos e instancias de coordinación provisionales que se desactivan después...,hasta la próxima oportunidad en la que nuevas coordenadas y asuntos las vuelvan a generar poco menos que de la nada. Cada oportunidad
movilizadora instaura así una verdad comunicacional intensamente vivida, una exaltación en la que la pesadilla de las relaciones de producción, las dependencias familiares y los servilismos estructurales que conforman nuestra vida cotidiana se ha desvanecido por unos momentos
o incluso días.

Se genera así, durante el lapso en que la movilización se produce una especie de refugio en que vivir una emancipación en última instancia ilusoria de la gravitación de las clases y los enclavamientos. Una victoria momentánea de la realidad como construcción interpersonal sobre lo real, como experiencia objetiva del mundo.

Lo que quiero con mi intervención es advertir del peligro de que, en efecto, la gran movilización en marcha estos días devenga un ejemplo de este tipo de grandes convulsiones colectivas inspiradas y orientadas por lo que en la práctica puede ser una mera crítica ética del orden económico y político que padecemos, estructurado vagamente en torno a una no menos vaga denuncia de una entidad abstracta, casi metafísica, que es “el sistema”.

En Barcelona hemos conocido varios ejemplos de este tipo de movilización tan potente como efímera, que se han desvanecido en la nada en cuanto los medios de comunicación han dejado de atender el colorido espectáculo que deparaban. Desde luego elmmovimiento contra la guerra de Irak en el 2003 sería un paradigma de ello, pero también lo serían las movilizaciones estudiantiles contra el plan Bolonia en marzo de 2009, que alcanzaron puntas importantes de
dramatismo social, pero que, al cabo de unas semanas de su algidez en el desalojo del rectorado de la Universitat de Barcelona, se extinguieron sin dejar tras de sí otra cosa que un vacío y una inanidad de las que todavía somos víctimas en las universidades catalanas.

Así pues se plantea como urgente la cuestión de qué hacer cuanto la intensidad de la emoción colectiva que nos reúne ahora y aquí se vaya amortiguando y cuando –y no quepa duda de que esto ocurrirá dentro de unos días– los medios de comunicación dejen de considerarnos “interesantes” y los políticos de expresar una cierta simpatía y comprensión ante el malestar que nos congrega esta mañana.

Es la discusión política y la imaginación colectiva a las que, estos días y en esta y otras plazas, les corresponde concebir y organizar un camino que convierta este escándalo ante lo que pasa –y nos pasa- en Energía Histórica.



PLAZA CATALUNYA-BARCELONA, 21 de mayo de 2011


Emociones

¿Qué desencadena una emoción? ¿Podemos aprender a controlarlas? ¿Son iguales en todo el mundo o cambian en cada cultura? ¿Qué gestos desvelan si estamos tristes, enfadados o mintiendo? ¿Podemos aprender a distinguir una sonrisa auténtica de una falsa? ¿Por qué algunas personas no saben disimular sus emociones mientras otras se delatan? 

Estas son algunas de las incógnitas que han inspirado la vida de Paul Ekman, profesor de psicología de la Universidad de California y experto en comunicación no verbal, y que durante 40 años ha viajado alrededor del mundo para investigar los gestos faciales de las emociones. Sus conclusiones científicas le han convertido en uno de los cien psicólogos más influyentes del siglo. “Las emociones desempeñan un papel vital en nuestra vida, nos unen como personas, determinan nuestra calidad de vida y están presentes en cualquier relación. Pueden salvarnos o causar verdadero daño”, afirma el autor. “Si aprendemos a reconocer las historias que originan las emociones y a identificar cuándo intentamos ocultarlas, podemos mejorar nuestra comunicación, modificar nuestras respuestas y minimizar el impacto emocional en los demás”, añade. 

Nacido en 1934, su fascinación por la expresión facial surgió a través de la fotografía. Armado con su cámara Argus C-3 cuando sólo era un niño, retrataba a los vecinos de su barrio, en la periferia de Nueva Jersey. “Quería comprender a la gente de una forma visual e intuitiva”, recuerda. “Mi familia era muy visceral, había mucha ira. Mi madre sufría trastorno bipolar y caía en frecuentes depresiones, y a mí me castigaban por decir lo que sentía. En muchas ocasiones mi madre se enfadaba porque me gustaba gesticular y me reprochaba que la cara se me iba a quedar deformada para siempre por tal motivo. Se suicidió cuando yo tenía 14 años. No vivió lo suficiente para ver que la movilidad de mi rostro se convertiría en una útil herramienta científica y que me ganaría la vida explorando esos gestos”. 

Entre sus grandes logros se encuentran las aportaciones que compiló en su libro Cómo detectar mentiras (1985), que le consagró como un experto en descifrar el engaño, hasta tal punto que sus técnicas comenzaron a ser utilizadas por jueces, abogados, cuerpos de policía, agentes del FBI e incluso la CIA. El volumen es una guía práctica para descubrir el engaño en cualquier ámbito: relaciones de pareja, laborales e incluso en asuntos de política.

Ekman afirma que las emociones juegan un papel crucial en la detección del engaño. Se puede pillar una mentira a partir de la voz, los movimientos corporales y las palabras. Se puede mentir por falseamiento u ocultamiento. “Ponernos una máscara es la mejor forma de ocultar una emoción, y la mejor máscara es una emoción falsa que desconcierte y que actúe como camuflaje”, asegura. Para él, la sonrisa es la “careta” más utilizada porque forma parte de los saludos convencionales, está “bien vista” y suele emplearse en la mayoría de los intercambios sociales. Sus movimientos son sencillos y pueden reproducirse voluntariamente, lo que no ocurre con otras expresiones faciales más complejas de “reproducir”. Sin embargo, se puede saber cuándo una sonrisa es falsa porque no estará acompañada de la acción de los músculos orbiculares de los párpados, ni se alzarán las mejillas, ni descenderán las cejas, ni aparecerán las típicas “patas de gallo”, surcos característicos de una sonrisa auténtica. 

Así, una emoción falsa se detecta por asimetría facial, por la falta de suavidad en la manera en que la expresión aparece y desaparece del rostro, y por las microexpresiones, movimientos faciales muy rápidos que se distinguen porque abarcan todo el semblante y sólo permanecen en la cara unas dos décimas de segundo, pudiendo pasar desapercibidos fácilmente. “Las mentiras que llevan consigo una emoción son las más fáciles de detectar, porque es precisamente la lucha interna entre lo que se siente realmente y la emoción falsa, lo que traiciona al mentiroso”, afirma el reputado psicólogo. 

Gestos y culturas. Cuando Ekman comenzó sus estudios, el ámbito emocional estaba plagado de clichés. “A mediados de los años 50 se pensaba que la expresión facial transmitía información estereotipada, como en el estudio de la caligrafía. Se valoraba mucho más razonar y aprender, y ni siquiera había una herramienta científica que pudiera utilizarse para estudiar las expresiones faciales y las emociones”. En los primeros años de su vida profesional, estudió los gestos de las manos, hasta que en 1965 dio un giro a su carrera. Durante cinco años, Ekman viajó alrededor del mundo para comprobar científicamente si los gestos y las expresiones difieren con la cultura, siguiendo las teorías de antropólogos tan destacados como Margaret Mead. Según esta línea de pensamiento, los seres humanos aprendemos los gestos y las expresiones a través del contacto social, y éstos varían en función de la cultura. Pero el investigador recordó que Charles Darwin había dicho exactamente lo contrario: las expresiones humanas eran innatas y por tanto universales en todas las especies. Pese a tan categórica afirmación, no existían pruebas para corroborarlo. 

Con sólo 30 años de edad y utilizando la fotografía como soporte, se dispuso a descifrar este enigma. Para ello, enseñó fotografías a personas de cinco países diferentes, –Chile, Argentina, Brasil, Japón y Estados Unidos–, para que identificasen la emoción de la imagen. Las interpretaciones coincidieron. En Japón y Estados Unidos, Ekman evaluó el comportamiento facial en un laboratorio y descubrió que, en solitario, tanto japoneses como estadounidenses, al ver vídeos con escenas quirúrgicas y accidentes, movían los mismos músculos de la cara. Sin embargo, cuando un científico estaba presente durante el experimento, los japoneses tendían a enmascarar más las emociones de desagrado con una sonrisa. Intrigado por estos resultados, decidió cotejarlos en una cultura aislada de la civilización y convivió dos años con el pueblo fore en Papúa Nueva Guinea. 

En 1978, Ekman publicó un sistema de códigos faciales denominado El sistema de codificación de la actividad facial, que permitía medir por primera vez, y con rigor científico, todos los movimientos musculares de la cara. Con este método descubrió que el rostro puede generar más de 10.000 expresiones y que es posible identificar signos para detectar una mentira. “Mientras que nuestros pensamientos son totalmente privados, la mayoría de nuestras emociones se detectan por una señal distintiva que ayuda a los demás a comprender cómo nos sentimos”, detalla el científico. Una aportación que abrirá un sinfín de aplicaciones prácticas a sus investigaciones. “En los últimos 20 años he colaborado con expertos para llegar a conocer lo que ocurre en el cuerpo y en el cerebro cuando expresamos una emoción facial. De la misma manera que hay diferentes rasgos para mostrar ira, miedo, asco o tristeza, existen diferentes perfiles en los cambios fisiológicos que se producen en los órganos del cuerpo”.